domingo, 24 de noviembre de 2013

Haces viento cuando pasas.

A veces rompes el viento, pero otras veces eres el propio viento.
Un tornado que hace frío en mi corazón, y él ya no sabe hacia donde palpitar para no verte.
Y cuando pasas cerca, cuando tu camisa desabrochada se abre y me roza, es entonces mi alma, quien se debilita tanto que caería como un río por tus placeres. 
Haces viento cuando pasas.
Cuando noto peligro, ya sea por tu tornado o por este gélido invierno, soy la composición de todas las imágenes que nos forman. Soy, fugaz, el sueño del pasado y el futuro que temen por un presente algo más frío.
Es curioso como hablo de temperaturas… Tal vez sería mas adecuado hablar del sol que te envolvía. 
Siempre fuiste fuego. Luz. Un enorme sol que calentaba mi mundo, una luz cegadora que me atraía como a un mosquito. Fuiste fuego que ardía en mis ganas por ti.
¿Por qué te empeñas en ser viento?
Fuiste fuego que ardía en mis ganas por ti, y aun lo eres. Eres tan frío que puedes disimular mi temperatura, pero debajo de mi piel, quemas.
Siempre te encantó el contraste. 
Y puedo decir que ardes, puedo decir que congelas. Puedo, incluso, decirte que llenas mis ganas de amarte saltando las coherencias.
Malditas coherencias que te frenan.